jueves, 22 de septiembre de 2011

Despedida por unos dias

Manana vamos a realizar un trekking por Langtang, que nos llevara unos 9 dias, asi que hasta el 1 o 2 de octubre no volvereis a tener noticias nuestras. Ya tenemos todo preparado y escribo desde el ordenador del hotel, por eso no hay acentos ni enes. A ver si a la vuelta ponemos todo al dia.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Shopping, Pasupati Nath y Boudanath

Ayer estuvimos todo el día de tiendas por Thamel, que es la zona donde nos alojamos. Como sabíamos que aqui la ropa es muy barata, sobre todo la de montaña, no nos trajimos en la mochila nada de ropa de abrigo. Así que para comprar un par de forros polares y dos anoraks, nos pasamos toda la mañana y acabamos hasta... El problema es que no tenemos mucha práctica regateando y Jon se pasaba hasta el punto de que los dependientes ni tan siquiera entraban a negociar. Y yo, todo lo contrario. Pero al final creemos que hemos conseguido buenos precios.

Por la tarde estuvimos mirando agencias para ver lo que nos podía costar un trekking al Parque Nacional de Langtang. Entonces nos acordamos que en "Españoles en el mundo" había salido un chico que tenía una agencia especializada en trekkings. Le buscamos y, aunque parezca mentira, le encontramos. Porque no vayáis a pensar que es fácil encontrar algo en Thamel...Así que hemos estado con él y nos va a organizar la "excursión".

Hoy por la mañana hemos caminado durante aproximadamente una hora y media para llegar a Pashupati Nath, que es un templo hinduísta situado a orillas del río Bagmati. Nos habían recomendado que fuéramos en autobús, porque según dicen por aqui " Kathmandú no es una ciudad para caminar" y puede que no les falte algo de razón. Sin embargo el paseo ha estado bien, eso sí, durante el mismo no hemos visto ni un sólo turista. Pero hemos descubierto pasos de cebra, aceras e incluso semáforos, aunque no funcionaban. Durante el camino hemos hablado con varios niños, uno de los cuales nos ha ayudado a cruzar una carretera, que tenía tela. A menudo se nos acercan, nos preguntan de dónde somos y si España está en Europa. Y a continuación comienzan a hablar todos de fútbol, que es un idioma más universal que el inglés, que si Real Madrid, que si Barcelona...




A esta señora le pedimos si podíamos sacarle una foto. La mayoría te piden dinero por hacerlo. Sin embargo, aunque al principio nos dijo que no, luego accedió y se sacó los collares, toda coqueta para salir guapa en la foto.

En cuanto al templo, es uno de los más sagrados del mundo para hinduístas y budistas. A los que no pertenecen a estas religiones, no se les permite la entrada y es una pena, porque lo que se puede ver desde fuera, si te asomas, parece muy interesante.

Los ghats

De todas formas, es un recinto muy amplio por el que se puede pasear y observar otros templos y, sobre todo, a los fieles.
Aunque todavía no hemos estado en la India, todo en este lugar nos recordaba a las imágenes que pudiéramos tener de ese país. Las mujeres con los saris de vivos colores, hombres que pintan su cuerpo con ceniza y pintura, los ghats y las piras funerarias, las ofrendas y las abluciones.
Después de aquí, nos hemos dirigido de nuevo caminando hasta la estupa de Boudhanath, uno de los lugares de peregrinación más importantes para los budistas. Es un lugar limpio, tranquilo y que inspira serenidad. Te hace olvidar que estás en la bulliciosa y sucia Kathmandú.



La estupa es enorme y de una gran belleza. Y los ojos de Buda observan toda la plaza. Nos hemos quedado un buen rato en un banco viendo como rezan, mientras caminan en círculo a su alrededor. Al rato se ha sentado a nuestro lado una señora mayor, que por sus rasgos parecía tibetana, nos ha sonreído y dicho algo que no hemos conseguido entender.


En el templo que hay frente a la estupa había unos monjes recitando mantras. Hemos entrado y nos hemos quedado un rato a escuchar. Aunque no comprendemos su significado, el ritmo y el sonido de las voces resultaba hipnótico y atrayente.



Al salir de aquí, unos hombres, que luego nos dijeron que eran indios, nos pidieron hacerse una foto con nosotros. Al final no fue una, sino unas cuantas. Y en el retrato de familia había también unas japonesas ... aquello parecía la ONU, ja, ja...

Hoy hemos vuelto a cenar en el Mithos, un restaurante que descubrimos el primer día que llegamos y que hacen buena comida nepalí, hindú, china y occidental y sobre todo muy barata.

Total comida y bebida: 300 rupias (unos 3 €)

domingo, 18 de septiembre de 2011

Patan, Monkey Temple y una de monzon

Nuestro segundo día en Kathmandú, y, como podemos y tenemos tiempo, vamos a aprovechar el wifi del hotel, ya que luego no sabemos si dispondremos de él.

Hoy hemos conseguido levantarnos más temprano. Es importante, porque aqui amanece muy temprano y para las seis de la tarde, ya es de noche.

Durante el desayuno hemos hecho los planes del día y han quedado de la siguiente manera: por la mañana visitar Patán y por la tarde el templo de los monos.

Pensábamos ir a Patán andando, ya que queremos mejorar nuestro estado de forma (bastante lamentable, por cierto), pero tras la conversación mantenida con Mukti, que es el jefe del hotel, hemos desistido. Nos ha dicho que se tardaba unas dos horas y viendo que los mapas no sirven de mucho, se pueden convertir mínimo en tres. Así que hemos ido a la estación de autobuses que está en Ratna Park. ¡La hemos encontrado casi a la primera! Sólo ha habido que preguntar a diez o doce personas, ja, ja...Un policía de tráfico muy amable ha cruzado con nosotros una avenida para llevarnos al "autobús". El susodicho era una pequeña furgoneta Suzuki en la que nos hemos metido unas doce personas. Durante el camino hemos visto vehículos peores que el nuestro, así que aún y todo hemos tenido suerte. Como siempre, antes de entrar, acordar el precio a pagar. Como nos ha parecido tan barato, no hemos regateado. Seguramente muchos pensarán que mal hecho, pero por un trayecto de media hora, pagar 0,13€ por persona y regatear por céntimos...en fin...

¡Vaya primera impresión de Patán! En frente de donde nos ha dejado el "bus", un inmenso vertedero de basura. Así que ya os podéis imaginar cómo olía, bueno, quizás no...
Hemos cogido una calle practicamente al lado de este "encantador lugar" y siguiendo todo recto hemos llegado a la Plaza Durbar. Se llama como la de Kathmandú, pero nos ha gustado más. Para entrar, otras 200 rupias por cabeza, pero merece la pena ver este conjunto de templos dedicados a diferentes dioses.

Nos hemos sentado a la sombra y una joven nepalí se ha puesto a hablar conmigo porque quería practicar ingles. ¡Casi me muero de la risa! Yo le decía todo el rato "My english is little" ,pero ella seguía insistiendo. Y entonces he acudido en ayuda de Jon, que ha podido comprobar que el de la chica también era bastante"little". Tras una conversación de besugos, porque además hablaba muy bajito, le hemos dicho que teníamos que irnos. Hay que decir que nos ha dado pena porque era encantadora.

Decidimos volver a Thamel (donde está nuestro hotel), para comer. Así que, de nuevo, hay que coger un medio de transporte y nos dirigimos al mismo sitio donde nos dejó el que nos trajo. Le preguntamos a uno de los de las furgonetas si nos lleva y nos pide el doble que a la ida. Y cuando nos vamos a montar, encima duplica el precio, ante lo cual nos bajamos. Hay que andar con mucho cuidado y dejar muy claro el precio acordado.
Estas furgonetas funcionan de una manera curiosa. Hasta que no se llenan, no salen. Paran a cada pasajero donde lo solicita. Y mientras va en marcha, la persona que se encarga del cobro del billete, en nuestro caso, un niño que no superaba los diez años, hace de reclamo para nuevos clientes, gritando por la ventanilla.

Hemos comido en un restaurante y cuando estábamos mirando la carta, desde la mesa de al lado nos han recomendado, en perfecto castellano, la ensalada con queso de yak. Resulta que era un chico catalán, que se llamaba Oliver y que lleva casi tres semanas viajando en solitario por Nepal. Tanto él, como nosotros, nos hemos alegrado de poder charlar un rato, sin la dificultad del idioma. Y hemos intercambiado experiencias e información. Esperamos que cosas como ésta nos sucedan de vez en cuando.

Prosigamos. Tras la comida, han empezado a caer unas gotitas de lluvia sin importancia. Al llegar al hotel le hemos preguntado (como si pudiera saberlo) a un empleado, si creía que podía llover mucho. Y nos plantado un "no" rotundo. Pues menos mal. Hemos cogido nuestro primer ricksaw y por poco tenemos que ir en canoa, porque ha empezado a jarrear y el camino se ha convertido en un río. Y a mí me ha entrado la risa nerviosa y el señor del ricksaw se reía más pese a la que estaba cayendo. Yo le decía "¡river y slowly!", y el hombre se descojonaba. En una de estás, se me ha ocurrido abrir el paraguas para taparle, porque únicamente disponía de un plástico y se estaba calando. Así que imaginaos la escena,¡Qué pena de foto! Aún y todo ha tenido que parar varias veces y en un par de cuestas ha tenido que bajarse de la bici porque no podía con nosotros y empujar el ricksaw a pie...Jon le ha ofrecido su ayuda, pero no ha querido y nos hemos bajado un poco antes de nuestro destino.

396 escaleras arriba (puede que nos hayamos distraído y no sea el número correcto) llegamos a la taquilla donde venden las entradas para la estupa Swyambhunath, más conocida como Monkey Temple. Demasiado tarde para arrepentirte si no quieres pagar la entrada. Pero vale la pena hacerlo. Aunque como estaba lloviendo, no le hemos podido sacar todo el partido que se merece.
Dado que este templo está situado en lo alto de una colina, ofrece una magnífica panorámica de Kathmandú y la estupa, que es la principal atracción del lugar, es espectacular y pese a ser un lugar muy turístico, se percibe una intensa atmósfera de espiritualidad.

De retorno a nuestro hogar, nos hemos desorientado totalmente y se nos ha hecho de noche, lo que ha dificultado más aún encontrar el hotel, ya que todas las calles nos parecían iguales. Y preguntar, a veces, no sirve de mucho. Entre perdernos y encontrarnos se nos pasa el tiempo tan rápido y con tanta intensidad que parece que vives más, que sientes más, no sé muy bien cómo explicarlo...

Lo que queda del día, lo contaremos en otra ocasión.

Gracias por los comentarios. Nos hace mucha ilusión recibir vuestro cariño y así, parece que no estamos tan lejos de vosotros.

Estas son algunas de las imágenes del día:





sábado, 17 de septiembre de 2011

Kathmandú

Por fin hemos llegado a Kathmandú, una ciudad caótica, ruidosa, sucia, pero llena de vida como ninguna otra en la que hayamos estado.

Nuestro primer contacto con la ciudad fue ayer, durante el trayecto entre el aeropuerto y el hotel en el que nos alojamos. En apenas media hora, pudimos comprobar que el desorden es absoluto, no hay carriles, no se respeta el sentido de circulación, no hay pasos de cebra, ni tampoco semáforos. Nos preguntábamos cómo podríamos andar en semejante desorden sin ser atropellados.

Hoy hemos salido a pasear para tomar el pulso a la ciudad y hemos visto que este caos tiene cierto sentido si sigues determinadas normas: si te pitan, te apartas o te paras; para cruzar la calle, hay que lanzarse sin miedo, ya que motos, coches, bicis y demás vehículos te esquivan. Asusta un poco al principio, pero si te fijas en cómo lo hacen ellos, no pasa nada. Al menos por ahora, je, je...

Lo que tenemos claro es que continuaremos recorriendo la ciudad a pie, que es como mejor se conocen los lugares y sobre todo aqui, que hay tantas cosas sorprendentes de la vida cotidiana de sus habitantes.

Nuestro primer destino ha sido la Plaza Durbar. Por la entrada hemos tenido que pagar 300 rupias cada uno y el pase nos sirve para el tiempo que permanezcamos en Kathmandu. Para ésto, hemos ido a la oficina de monumentos situada en el lado sur de la Plaza Basantapur y menos mal que llevábamos una foto porque te la piden para darte el pase.

La Plaza es un conjunto monumental conformado por múltiples templos, museos y un palacio de la familia real. Lo mejor es sentarse en la escalinata de uno de esos templos y contemplar la maraña de personas, vehículos, animales y cosas que se pasean por allí. Podríamos estar horas observando sin aburrirnos. Así que nos ha gustado, pero hay que reconocer que los edificios podrían estar mejor conservados. Suponemos que en uno de los países más pobres del mundo, existen otras prioridades que no son precisamente la restauración de su patrimonio artístico.

Mientras caminamos por las calles de Kathmandu, no dejan de acercarse vendedores, guías y otros, ofreciendo sus productos y servicios. Nos habían dicho que son muy pesados, pero no nos ha parecido que sea para tanto. Como mucho, te acompañan durante unos metros intentando convencerte. Todavía no hemos comprado nada más que lo imprescindible, es decir, comida y bebida, que por cierto es muy barata.

La anécdota es que hoy hemos sufrido el primer timo. Teníamos claro que no queríamos contratar a ningún guía. En la Plaza Durbar se nos han acercado varios y les hemos dicho que no a todos. Pero cuando estábamos sentados fuera del museo,viendo cómo se hacían las ofrendas al dios mono, se nos ha acercado un tipo "lleno de buenas intenciones y gran corazón" según sus propias palabras. Nos ha dicho que era guía y como a todos los demás, le hemos dicho que no necesitábamos ninguno. A pesar de todo se ha sentado con nosotros y nos ha contado cosas interesantes sobre la plaza, además de que para él lo importante no era el dinero, sino el karma y la felicidad, etc, etc...Como nos ha caído majete, le hemos invitado a tomar algo con nosotros en una terraza. Al final nos ha metido un rollo de mucho cuidado y cuando ha terminado, ¡sorpresa! nos viene con que este tiempo que ha estado con nosotros forma parte de su trabajo y nos pide la simpática cantidad de 700 rupias. Menos mal que nuestra filosofía en este viaje es no enfadarnos, así que, nos ponemos serios con él y para que nos deje en paz, le damos 250. Lo que nos ha molestado no ha sido tener que darle el dinero, sino que nos hubiera engañado, cuando, desde un principio, le habíamos dejado claro que no necesitábamos sus servicios. Estaba claro que nos iban a timar, y, seguramente, éste no será el último, aunque seguro que iremos espabilando por la cuenta que nos trae.

Por lo demás, el tiempo es agradable. No hace demasiado calor y hoy nos han caído cuatro gotas que ni tan siquiera han mojado el suelo.

Bueno, ya basta de rollo por hoy, ahí va alguna foto...