domingo, 18 de marzo de 2012

Norte de Tailandia

CHIANG RAI

A Chiang Rai llegamos entrada la noche y como siempre, nos dejaron en una estación de autobuses bastante apartada de la ciudad. Antes de coger un medio de transporte que nos llevara a la guest house que habíamos reservado para esta primera noche, intentamos localizarla en el mapa. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nos habíamos equivocado y habíamos hecho una reserva en un pueblo situado a unos ochenta kilometros de donde estábamos. Superado el chasco, nos montamos en uno de esos camioncillos que te llevan al centro de la ciudad y que nos dejó en medio de todo el barullo del mercado nocturno. Algo desconcertados empezamos a vagar sin rumbo hasta que se nos ocurrió la brillante idea de sacar el mapa para situarnos. Hay momentos en que nos quedamos bloqueados y éste fue uno de ellos. Al cabo de no demasiado tiempo encontramos una guest house, dejamos las mochilas y nos fuimos a dar una vuelta.
La ciudad nos pareció bulliciosa si la comparábamos con cualquiera de los lugares que habíamos visitado en Laos. Todos los días hay un mercado nocturno, pero éste nos pareció un poco diferente, ya que a los habituales puestos de ropa y comida, se unían dos plazas con mesas y rodeadas de pequeños restaurantes, en las que se podía disfrutar de música en directo mientras cenábamos. El menú podía ser muy diverso: comenzando  con tempura de verduras y marisco, hasta el típico arroz o noodles y finalizando con la rica y amplia variedad de insectos fritos que no hemos tenido la valentía de probar, pero que sí vimos disfrutar a los lugareños.

Pues va a ser que never...
Como estuvimos unos días por aquí, nos coincidió el mercado del sábado. Fue la dueña de la guest house la que nos recomendó que fuéramos y lo disfrutamos de verdad. Cierran al tráfico toda una calle y montan un montón de puestos en los que venden todo tipo de cosas, y, cómo no, no podía faltar comida por todas partes a precios irrisorios. Es tan grande la tentación en cada lugar de Tailandia, que creemos que van a conseguir que recuperemos el peso que hemos perdido.

Mercado del sábado


Pero, a nosotros, lo que más nos ha gustado han sido los alrededores de Chiang Rai. Apenas unos kilómetros a las afueras estás en plena naturaleza. Con unos planos que nos facilitaron en la oficina de turismo, alquilamos una moto y nos perdimos por ahí. Pero "perderse" en el sentido literal de la palabra. Menos mal que preguntando se llega a todas partes.


Cascada de Khunkorn


Estuvimos viendo un poco el pueblo y esta señora que chapurreaba algo en inglés nos intentó vender unas pipas y una cinta porno.



Visitamos algunos parques naturales, pueblecitos étnicos, un campamento de elefantes y fuimos a admirar el, en nuestra opinión espectacular "templo blanco".


Templo Blanco





Cascada de Huai Kaew


Cascada de Huay Mae Sai

De Chiang Rai nos fuimos a Chiang Mai.

CHIANG MAI
Nos levantamos tempranito para ir a la estación de autobuses y comprar el billete. Nos pareció carísimo, pero cuando lo vimos comprendimos que habíamos cogido el "Hilton" de los autobuses tailandeses. Así que una vez dentro, a disfrutar de tres horitas en un cinco estrellas. Se nos hizo demasiado corto. Qué pronto se acostumbra uno a lo bueno...

Chiang Mai es una de las ciudades más importantes de Tailandia. Nos alojamos en la parte antigua de la ciudad, rodeada por un foso y restos de una antigua muralla y donde se encuentran numerosos templos, algunos de ellos muy antiguos. De hecho, nos pasamos todo un día de templo en templo y tiro porque me toca...  


Wat Phra That Doi Suthep


Es una ciudad agradable,  pero como tiene tanta fama nos esperábamos más. Aunque no teníamos intención de ver los alrededores, al final alquilamos una moto y nos fuimos lejos del asfalto, que en definitiva es donde más agusto nos encontramos.

Cascadas de Mae Sa. Este es tan sólo uno de los diez niveles que tiene la cascada

Cascadas de Tad Mok


 MAE HONG SON

A Mae Hong Son llegamos tras un largo viaje de nueve horas, que realmente podían haber sido seis si antes de comprar el billete, nos hubiéramos tomado la molestia de preguntar por dónde iba el autobus. Hay dos posibles rutas para llegar a este pueblo situado a muy pocos kilómetros de la frontera con Birmania. Por el norte, pasando por Pai, se tardan unas seis horas y por el sur, carretera 108, se atraviesa toda la provincia. Esto último fue lo que nosotros hicimos en un bus local, que nos recordó bastante a los ya lejanos nepalíes. La carretera es un continuo subir y bajar puertos de montaña y tiene un total de 1864 curvas. Alguien se tomó en algún momento la molestia de contarlas. Pero nos lo tomamos con buen humor, animando a "Manolo", el conductor (así fue como le bautizamos) que se emocionaba con el acelerador en algunos tramos. Tanto es así, que en los últimos kilómetros cada vez que tomábamos una curva hacia la derecha, escuchábamos un fuerte sonido metálico, que las primeras veces nos preocupó, pero luego nos acabó dando igual.


La primera impresión de Mae Hong Son no fue muy positiva, pero fue mejorando con el transcurrir de los días. Está situado en un valle rodeado de montañas. Las principales atracciones del lugar son un pequeño lago situado en el centro del pueblo y dos conjuntos de templos. Uno de ellos, a orillas del lago y otro, en la cima  de una colina desde la que se pueden observar bonitas vistas de todo el entorno.

Wat Phrathat Doi Kong Mu

 
Wat Jong Kum-Jong Klang

Varios acontecimientos inesperados hicieron nuestra estancia de lo más entretenida. El primero fue una manifestación en contra de los incendios que están asolando toda la comarca y a la que acudieron cientos de personas, incluyendo una representación de las minorías étnicas de la región. Y el segundo consistió en la oportunidad de presenciar el festival de Poi Sang Long, algo que nos encontramos de camino por casualidad.

Respecto al fuego, es algo terrible lo que está sucediendo en esta zona. De sur a norte de la provincia el terreno es montañoso, con numerosos parques naturales y una gran riqueza forestal. No hubo un sólo tramo de carretera en el que no viéramos amplias superficies quemadas, incluso focos todavía sin extinguir al lado mismo del arcén. En algunos casos intuíamos la intencionalidad. Probablemente, la conversión de dichos terrenos en campos de cultivo, pero son sólo suposiciones nuestras.



En cuando al festival, íbamos en la moto de camino a un pueblecito a 44 km. de Mae Hong Son, cuando vimos gente vestida muy elegantemente y una especie de procesión al lado de un templo. Nos dimos la vuelta y nos colamos en la fiesta. Lo que allí nos encontramos fue una explosión de colores, música y baile. Como no sabíamos qué es lo que se celebraba, a la vuelta fuimos a la oficina de turismo y les preguntamos. Esto fue lo que nos dijeron:  es una antigua tradición particular de esta provincia que dura tres días y tiene lugar en verano. Los jóvenes a los que llevan en hombros vivirán como monjes en el templo por un periodo de entre siete y treinta días para dedicarse al estudio de los preceptos budistas. Fue una auténtica suerte poder verlo en un lugar totalmente ajeno al turismo.




 


 


Así los días se fueron pasando haciendo visitas a los pueblos de los alrededores, tales como Ban Rak Thai habitado por antiguos inmigrantes de la provincia de Yinnan, en China y que se dedican al cultivo del té. Ban Ruam Thai, con un bonito lago y Ban Haui Seau Tao, uno de los pueblos en los que viven las famosas mujeres jirafa. Para llegar aquí, tuvimos que atravesar con la moto varios riachuelos que cruzaban la carretera, con algún que otro resbalón, pero sin mayores consecuencias. Lo que allí vimos, nos pareció bastante decepcionante, ya que se trata de una especie de mercadillo en el que, algunas de las mujeres que regentan los puestos, pertenecen a este pueblo de refugiados, procedentes de Birmania.

Ban Rak Thai

Ban Ruam Thai




A la vuelta del pueblo de las mujeres jirafa, pudimos ver a un elefante bañándose en el río.


También intentamos hacer un pequeño trekking por nuestra cuenta hasta unas cascadas, sin demasiado éxito. El tremendo calor y el acompañamiento durante todo el camino de unas arañas patilargas, al principio dos o tres, pero luego por docenas, hizo que Silvia y su hasta el momento superada fobia a los insectos dijera que por ahí no pasaba. Así que nos dimos la vuelta entre brincos de Jon al que se le metieron por el pantalón unas enormes hormigas rojas que le pegaban cariñosos mordisquitos. La Madre Naturaleza...




Y así finalizó nuestra estancia en Mae Hong Son. El mismo día en el que se cumplían seis meses desde nuestra partida, a las ocho y media de la mañana y conducido por "Rafael", cogimos nuevamente un bus local, que nos llevó en algo más de cuatro horas a Pai.



PAI

Para empezar, no entraba en nuestros planes quedarnos unos días en Pai, pero conocimos a una pareja de E.E.U.U que nos lo recomendó. Además, como teníamos que volver a Chiang Mai, era un buen punto intermedio para hacer un alto en el camino. La otra razón es que quizás nos dé pena irnos del norte de Tailandia. 

Es el típico pueblo colonizado por mochileros y en el que hay una gran oferta de guest houses, tiendas, restaurantes y otros garitos, la verdad es que la mayoría muy coquetos. Perfecto para quedarse unos días  a disfrutar del ambiente y hacer alguna excursión, que es básicamente lo que hemos hecho.

Hemos dedicado un día a descansar y a intentar poner al día el blog. Y otro más a visitar lugares de interés por los alrededores, con la que se está convirtiendo en nuestra compañera inseparable, la moto. Así, con el fresco de la mañana salimos, tempranito, a visitar el Cañon de Pai. Un lugar que está bien, pero que tampoco es ninguna maravilla. Es decir, si no se dispone de tiempo, perfectamente prescindible.
Siguiendo la costumbre y como no podía ser de otra manera, fuimos a ver un par de cascadas. A la vuelta, paramos en un lugar bastante singular regentado por un simpático matrimonio, en el que comimos papaya, un zumo de algo que no nos quedó muy claro que era y un vino casero que ellos mismos producían. También picamos unos cacahuetes. Todos estos productos y alguno más, como plátanos y tamarindos, los cultivaban en su propia huerta. Lo curioso del lugar es que comes cuanto quieres y luego pagas la voluntad. Pasamos un buen rato allí con ellos, aunque no sabían apenas inglés, pero pudimos entendernos sin problemas. ¿De qué manera? Nosotros le decíamos señalando algo como se decía en inglés y él nos la decía en thai, y qué contento se ponía el hombre y luego se lo repetía a su mujer. 



Cascada de Pam Bok

También vimos las cascadas de Mor Paen y pasamos por un pueblo de la etnia Lisu.


Mujer de la etnia lisu
En definitiva, unos cuantos días ociosos, que la vida del viajero es muy dura, ja, ja...
 

domingo, 11 de marzo de 2012

Luang Namtha y despedida de Laos


Se acabó nuestra estancia en Laos. En Huay Xai atravesamos el Mekong y al otro lado del río nos esperaba Tailandia. Montados en una de esas barcas de popa larga, mirábamos hacia atrás con nostalgia. A veces las despedidas son difíciles. Como ésta. Quien busque aventura, tranquilidad, naturaleza y gente sencilla, que venga a este país. Las carreteras y el transporte son tan sólo una anécdota que aportará un toque emocionante al relato del viaje. Las imágenes de Laos serán las de las montañas que se elevan como gigantes sobre los llanos arrozales; las playas y las palmeras en la ribera del río;  las casitas de madera y de hojas de palmera trenzada; la tradicional y elegante falda laosiana que llevan la mayoría de las mujeres; los puentes de bambú; los bosques que en el norte, en las montañas, forman una espesa manta de color verde oscuro y que parece no tener fin; los niños que no se pueden sentar en el sillín porque la bicicleta es cinco tallas más grandes que ellos; el polvo en el camino; la ruta trece que nos recorrimos de sur a norte y los pueblos situados al borde de la carretera; los novicios y monjes con sus coloridas túnicas naranjas.. Pero, quizás lo que más nos haya gustado es el ritmo pausado con el que transcurre la vida, como si de repente todo se ralentizara...Más de uno moriría de aburrimiento... 

Pero aún nos queda por contar el último capítulo de la crónica de este país, aunque ya estemos desde hace más de una semana en Tailandia y los recuerdos queden algo borrosos. De Luang Prabang nos fuimos a Luang Namtha, no sin antes debatir si seguir hacia el norte o coger un barco y pasar directamente a Tailandia. La única razón para no continuar en Laos, era el estado de las carreteras. Nos daba pereza meternos otras ocho horas botando en el asiento. Pero no pudimos evitarlo y al final no fue tan terrible. Cuando llevábamos cinco horas, el conductor nos dijo que nos quedaban unas tres más, quizás dos y media porque la carretera era muy buena. El descojono fue general. Todos pensamos que bromeaba...pero se conoce que no entendemos el sentido del humor laosiano, porque desde Udomxai hasta nuestro destino, nos encontramos con el mejor tramo de carreteras de todo Laos: ¿Qué importan los miles de curvas cuando la carretera es ancha, está perfectamente asfaltada y hay quitamiedos?




Llegamos a Luang Namtha y comprobamos que el pueblo no tiene mucho más que una calle principal. Había varias guesthouses, pero encontramos una que nos gustó en cuanto la  vimos y  cuando nos dijeron el precio, no hubo nada más que pensar. Ese día decidimos que al día siguiente no haríamos nada. Así que nos levantamos tarde y nos dedicamos a vaguear, a escribir el diario, algún correo que otro, y a mirar un poco las ofertas de trekking por la zona y cómo estaba el alquiler de bici y moto. Un trekking por la selva no nos apetecía demasiado en ese momento, así que alquilamos una moto y nos fuimos a ver las aldeas tribales que hay en los alrededores. Nos pasamos todo el día por caminos de piedras y tierra casi hasta al atardecer. Habíamos pensado ir a un poblado Akha, situado en la  montaña, que parecía muy interesante. Empezamos a subir, pero tardamos más de media hora en hacer tan solo tres kilómetros de los diez que hay de distancia. Las cuestas muy pronunciadas y el terreno lleno de piedras y agujeros hacía que la  moto nos derrapara todo el rato. Viendo la dificultad del camino y con miedo de que a la vuelta nos cayera la noche encima decidimos dejarlo  para el día siguiente. Pero no pudo ser, por ciertos problemas estomacales que nos retuvieron en nuestra habitación. El caso es que nuestra estancia aqui, todo hay que decirlo, no fue demasiado fructífera.

Fuimos  a ver una cascada, que, por cierto, estaba seca y visitamos el pueblecillo de la etnia Lantan




Pescando en el río
Mujer de la etnia Akha






Y nada más resta por contar. Hasta aquí nuestra experiencia en este pequeño país del sureste asiático.
                  
  Khawp jai la lai!!