Hace quince días, más o menos, llegamos a Goa, después de un viaje en autobús de diecisiete horas. Bueno, en realidad fueron dos autobuses, uno de Aurangabad a Pune, y otro de Pune a Panjim (capital de Goa).Entre uno y otro había dos horas y media de diferencia, tiempo más que suficiente para cambiar de estación, que es lo que tuvimos que hacer. Sin embargo, como en la India sin tensión no hay emoción, a causa de los retrasos y diferentes paradas sin motivo aparente, a punto estuvimos de perderlo.
En el autobús de Pune, conocimos a una pareja de indios que vivían en Bombay. Nos invitaron a comer coco y otras chucherías que llevaban para el viaje. Estuvimos un rato de charla y como siempre, nos preguntaron si nos gustaba su país y qué lugares habíamos visitado. También nos dijeron que últimamente se han grabado algunas películas de Bolywood en España y que por lo que habían visto en las mismas, el país les parecía muy bonito. Tenían grabada en el móvil una canción en castellano, una rumba, que forma parte de la banda sonora original de una de esas películas y que debe estar muy de moda, ya que curiosamente cuando estábamos haciendo el trekking en Langtang, un nepalí también la llevaba en su móvil.
Cuando llegamos a Pune, nada más bajarnos del autobús allí estaba congregada "la mafia del tuc-tuc" (así es como nosotros la llamamos: cuando hay un montón de tuc tucs en un mismo lugar, te piden unos precios desmesurados y ninguno está dispuesto a rebajarlos ni una rupia, entre otras cosas porque todos los demás se le echarían encima, como ya hemos comprobado en más de una ocasión. La solución es ir un poco más lejos donde haya algún tuc tuc aislado y así poder llegar a un acuerdo razonable). En esta ocasión no teníamos demasiado tiempo para negociar, y nos pedían una barbaridad. Sin decir nosotros nada, unos indios que venían en nuestro autobús nos preguntaron a ver adónde queríamos ir y se pusieron a discutir con los conductores, porque incluso a ellos les parecía excesivo lo que nos estaban pidiendo. Aunque no entendíamos lo que estaban hablando, parecía que la cosa empezaba a ponerse fea. Finalmente, y viendo que no conseguían nada, nos dijeron que les acompañásemos a otra parada de tuc tucs y así lo hicimos. Gracias a ellos conseguimos un precio justo.
Tras pasar toda la noche en una litera, en la que apenas podíamos movernos, pero que no impidió que durmiéramos, a las diez de la mañana llegamos a Panjim. La víspera habíamos llamado a una guest house para saber si tenían habitaciones libres y nos habían dicho que tenían muchas. Así que nos dirigimos allí con paso firme. Pero no hubo suerte. Parece que de un día para otro, se les había llenado todo el hotel y sólo quedaba una habitación libre sin baño. Así que no nos servía. Nos hemos alojado en sitios con baño compartido, pero de vez en cuando, necesitamos que tenga baño dentro para lavar la ropa. Por lo tanto no nos quedó más remedio que iniciar la búsqueda, con todo el calor y el mochilón a cuestas. Las perspecitivas no eran muy halagüeñas. Muchos alojamientos estaban llenos y otros, además de ser muy cutres, costaban demasiado dinero. Finalmente nos quedamos en uno que nos pedían ochocientas rupias, pero que conseguimos rebajar a quinientas. La habitación era bastante fea, pero al menos estaba limpia. La mayor parte de las habitaciones en las que nos alojamos son muy espartanas. Tienen la cama, a veces alguna silla, y si hay suerte una mesa o mesilla. En ésta, en concreto, había una silla de plástico de las que hay en las terrazas de los bares y una mesa de camping que nos vino muy bien. Colocamos el tenderete, extendimos nuestros pareos y la convertimos por unos días en nuestra casa. El agua caliente se convierte muchas veces en un lujo, ¿pero quién la necesita cuando fuera hay más de 30º? Además, así somos más ecológicos y nos duchamos rapidito, ja, ja...
Nuestra habitación en Panjim |
El gran descubrimiento en Goa ha sido la comida. Después de organizarnos un poco, salimos a buscar un lugar donde comer y cuando nos trajeron la carta, un infinito mundo de posibilidades se abrió ante nosotros: ¡pescado!, ¡ternera!,¡pollo!,¡cerdo!
Así que desde entonces hasta ahora nos estamos dando un banquete cada día, por lo que pudiera pasar...
Panjim es muy diferente a todo lo que hemos visto hasta el momento en India: las calles están más limpias, hay aceras y además la gente las utiliza para caminar, apenas hay vacas, y los lugareños son más amables. También es evidente el pasado colonial portugués del estado, que se aprecia en los edificios, en los nombres de las calles y en las iglesias.
Calle de Panjim |
En Panjim nos quedamos tres noches. La ciudad nos gustó mucho y desde allí hicimos alguna excursión en bus local.
Bus local de Panjim |
De manera general, nos sorprende el fervor religioso que se percibe en la India, sea de la religión que sea. Hindués, musulmanes y cristianos demuestran en cada momento la creencia que profesan, tanto en sus casas, como en sus coches y negocios.
También fuimos a pasar la tarde a un pueblecito pesquero llamado Dona Paula y al día siguiente estuvimos en otro muy turístico llamado Candolin, con el fin de tirarnos un rato en la playa y de paso, visitamos Fort Aguada, un fuerte portugués del siglo XXVII y un antiguo faro. Nos pegamos una buena caminata para llegar hasta allí, bajo un sol de justicia y el lugar no está mal, pero no mereció la pena tanto esfuerzo.
De camino a Fort Aguada |
Dona Paula |
Fort Aguada |
Durante estos días teníamos que decidir a qué playa nos iríamos de vacaciones (ja,ja, vacaciones de vacaciones, es que viajar por la India estresa mucho...). Dudamos entre Palolem y Arambol porque las dos tenían muy buena pinta. Finalmente decidimos tirar hacia el sur, que es precisamente por donde continua nuestro viaje. Así que ahora mismo estamos en Palolem.
Imagina una playa de arena blanca con forma de media luna y ribeteada de palmeras. El sonido de las olas que rompen en la orilla y una enorme bola de color naranja que tiñe el cielo y la superficie del mar. Así es como se nos presentó Palolem el día que llegamos.
Primer atardecer en Palolem |
Panorámica de la playa |
No hay mucho más que contar de este lugar. Los días se van pasando plácidamente sin hacer nada más que levantarse tarde, pasear por la playa, darse algún chapuzón que otro, deleitarse con la comida y ver cada día un atardecer diferente.
Y así lo que iban a ser seis días se han convertido en once. Únicamente ha habido un par de acontecimientos que han alterado esta rutina. La aparición de una serpiente marina venenosa todavía viva en la orilla y un temporal en la mar que destrozó varios chiringuitos y canoas de pesca. Hecho éste último, que ha sido noticia de primera plana en los diarios locales.
Y según nos dijeron, ésta era de las pequeñas... ¿Quién da más miedo, los maromos o la serpiente? |