Tras una visita casi relámpago a Agra, únicamente para ver el Taj Majal cogimos un tren a Ajmer, y de allí a Pushkar, pequeño y tranquilo pueblo situado junto a un lago. Pasar unos días tranquilos era precisamente lo que queríamos, sin embargo, nada más poner el pie en Ajmer, nos enteramos de que al día siguiente comenzaba en Pushkar la feria del camello. Así que este pueblo de aproximadamente 20000 habitantes recibe en diez días unos 200000 personas, más unos cuantos camellos (no habíamos visto tanto camello junto en toda nuestra vida)...Algo habíamos leído sobre este evento, pero no sabíamos cuándo se celebraba. Está claro que tenemos el don de la oportunidad. Afortunadamente no nos costó mucho encontrar alojamiento, porque uno de los problemas durante la feria es que los hoteles están a rebosar y, claro, aprovechan para subir los precios. Nosotros conseguimos hospedarnos en una colorida guest house, "Mama Luna" regentada por un padre y sus sonrientes hijos, en la que estuvimos verdaderamente agusto.
En Pushkar, las calles del centro por las que apenas circulan vehículos, salvo alguna moto o ricshaw, están repletas de tiendas y cafeterías, y su pequeño lago salpicado de ghats y templos. Sus comerciantes son gente amable, que te saludan al pasar y no te agobian para que compres. Pasear por el lago de noche, viendo a algunas personas meditar y a otras realizar ofrendas de flores y velas, en medio de un silencio inusual en este país, nos ha encantado. Y todo ello ha hecho que éste haya sido el primer lugar de la India del que nos ha dado pena irnos.
En el recinto en el que se celebra la feria del camello, cada paseo era una explosión de color como hasta ahora no habíamos visto en ningún otro lugar: las mujeres vestidas con saris brillantes, pendientes de oro y tatuajes de gena; Los hombres de blanco, con turbantes de todos los colores y enormes mostachos; los camellos con sus mejores galas; los encantadores de serpientes; las tiendas de campaña, las hogueras y el inmenso sol poniéndose al atardecer...
Aquí también nos timaron, no fue demasiado, 235 rupias, el equivalente a una buena comida o una noche de hotel. Y la culpa fue nuestra, porque pese a haberlo leído en la guía, como inoxentes caímos. El primer día por la mañana, decidimos ir a la oficina de turismo. Como no conocíamos el pueblo, íbamos preguntando por dónde se iba y en una de éstas, un hombre nos dijo que le acompañáramos al lago, que era un día especial de ofrendas, nos colocó unos cuantos pétalos de flores en las manos y nos mandó por separado a cada uno con una especie de sacerdote. Nos preguntaron de cuántos miembros estaba formada nuestra familia y recitaron una especie de mantra que teníamos que repetir, y que garantizaba la felicidad de todos ellos por siempre jamás. Nos echó encima agua del lago y nos pintó con gena en mitad de la frente, donde se supone que está el tercer ojo. Finalizado el ritual llegó el momento de pagar. Cuanto más numerosa sea la familia más pagas, y si es en euros o dólares mejor. El primer mosqueo vino cuando les dijimos que sólo teníamos rupias y además no muchas. En el caso de Silvia, como no sabía responderle en inglés, le soltó todo lo que pensaba en castellano y le dijo que no tenía más que 35 rupias, lo cual era verdad. Suponemos que un poco desesperado por la imposibilidad de hacerse entender, le dejó marchar. En el caso de Jon, el hombre se puso agresivo, y consiguió zafarse pagando 200. Por lo menos, aunque de mala gana, conseguimos que nos colocaran una pulserita que enseñábamos cada vez que íbamos al ghat y así nos dejaban en paz. Lo llaman "el pasaporte de Pushkar" y el policía de la oficina de turismo nos recomendó no quitarnos la pulserilla de marras en toda nuestra estancia allí.
En Pushkar coincidimos desayunando y en un té vespertino con un chico de Vitoria, que estaba acompañado de un japonés, un alemán y un portugués que hablaba urdu. También estuvimos charlando con unos catalanes que habían estado por la zona de Cachemira. Y día a día, vamos compartiendo momentos con gente, a la que también vamos dejando atrás.
¿Quién es el beduino majareta?
2 comentarios:
El otro día en el telediario de no sé que cadena, ya no me acuerdo, sacaron un reportaje de esta feria. Menuda casualidad.
muxus,
esti
A ver si adivino...... el beduino majareta es.......... Joni macarroni!!!! que se está quedando cual espagueti, si te pones un poquito más morenito, pasas por indio jijiji. Besitos gordos de un admirador mu majo.
Ander
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