Singapur, una ciudad estado, una isla unida por un
puente a Malasia en la que viven alrededor de cinco millones de
personas. Tan limpia, tan moderna, tan segura, tan controlada, tan
perfecta...tan diferente a todo lo que hasta el momento habíamos
conocido en Asia. Los relojes marcan la hora con los segundos. El
tiempo es oro. En el metro todo el mundo va acelerado y enfrascado en
su móvil, en su tablet u ordenador, porque, por supuesto, hay wifi
en toda la ciudad. Centros comerciales gigantes, rascacielos, hoteles
y coches de lujo, una red de transporte público supereficaz...Una
ciudad cosmopolita en la que encuentras gente procedente de todas
partes del mundo. Singapur nos ha roto el presupuesto. Todo es caro,
incluido el alojamiento, aunque vayas como hemos hecho nosotros a un
dormitorio compartido. Pero bueno, bien mirado, no está mal, así
nos vamos acostumbrando nuevamente a los precios de nuestro país.
Ahí va una pequeña crónica de nuestra visita:
Estuvimos en Little India. Era domingo y estaba
abarrotado de gente, tanto, que a veces se hacia difícil andar entre
la multitud. En el templo de Sri Mariamman presenciamos una ceremonia
religiosa, seguida con encendido fervor por cientos de hombres
indios. Compramos algo de fruta en los puestos callejeros y cenamos
“tandoori chicken” acompañado de arroz y chapati. Y nos fuimos
temprano a nuestro hostel.
En Orchad Road te sientes rodeado de imponentes
moles de cristal y acero que albergan centros comerciales con tiendas
de lujo, hoteles y oficinas. Por allí, también se encuentran
algunos edificios que nos recuerdan que esta isla fue colonia inglesa
hasta no hace demasiado tiempo. La zona de Chinatown fue nuestro
siguiente descubrimiento. Paseamos entre callejuelas, con todas las
shophouses restauradas y resplandecientes. Estuvimos en un templo
budista de tres plantas y en el templo chino mas antiguo de la
ciudad, que estaba siendo restaurado y del que apenas pudimos ver
nada por este motivo.
Dar un paseo por Clarke Quay y disfrutar de una
cerveza al atardecer en uno de los numerosos restaurantes que jalonan
la ribera del rio fue todo un placer.
Desde la parada del metro de Esplanade, hicimos una
ruta circular por la bahía. Comenzamos por el Teatro, y
cruzamos el puente que va a dar al Hotel Fullerton, uno de los pocos
edificios antiguos, aunque restaurado, que quedan por allí. En ese
punto, y siguiendo el paseo, llegamos al complejo de Marina Bay, un
edificio conformado por tres torres, unidas en su parte más
elevada por una pasarela con forma de barco. Sin duda, es la parte de
la ciudad más impresionante.
La isla de Sentosa, a la que se accede con el sky
train, es un lugar enteramente diseñado para el ocio: un parque
temático de Universal Studios, un túnel de aire en el que puedes
volar, una piscina de olas para hacer surf, una especie de pista, a
la que se accede en telesilla y por la que se baja en una especie de
trineo con ruedas, unas cuantas playas artificiales, hoteles,
restaurantes...
Resumiendo, Singapur es una ciudad bonita y muy cómoda que
se ve en un par de días o tres. Pero sí lo que quieres es ir a
hoteles de lujo, hacer compras y disfrutar de la amplia y selecta
oferta de restaurantes, con una buena cartera, entonces Singapur
para ti será el paraíso.
1 comentario:
Maravilloso lugar!
Gracias por compartir vuestra experiencia!
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