Elegimos el alojamiento en Ao Nang por las buenas críticas que la gente había hecho en internet. Todo el mundo decía que el matrimonio que lo regentaba te hacía sentir como en tu propia casa y que te trataban como si fueras uno más de la familia. La única pega que le ponían es que se encontraba bastante lejos del centro del pueblo y la playa. Normalmente no solemos hablar en exceso de los lugares en los que nos hospedamos. Son tantos los hoteles en estos siete meses, que parecen no tener demasiada relevancia. Sin embargo este sitio tendrá sin ninguna duda un lugar privilegiado en nuestro viaje.
Como decíamos en la entrada anterior, Ao Nang nos recibió lloviendo y todo parece más feo cuando llueve. Sin embargo, si algo estamos aprendiendo, es a no juzgar los lugares por la primera impresión y,sobre todo, después de un largo y accidentado viaje. Muchas veces el buen o mal recuerdo que te quede de un sitio, depende mucho del estado físico y de ánimo en el que te encuentres. Así que, puede ser que con el nuevo día, todo parezca diferente.
Cuando llegamos, llamamos por teléfono al dueño del hotel y nos vino a recoger al centro del pueblo. Comprobamos entonces que ciertamente el lugar estaba bastante alejado de todo, pero no le dimos demasiada importancia, puesto que nos aseguró que él nos llevaría y nos traería tantas veces como quisiéramos. Por otro lado, los bungalows estaban en un lugar privilegiado, en plena naturaleza.
Ao Nang Sun Bungalows |
Una vez instalados, conocimos a un francés que se alojaba en el bungalow de al lado y que horas más tarde, cuando volvimos de cenar del pueblo, vino donde nosotros para ofrecernos una excursión para el día siguiente que él y su pareja no iban a poder realizar, porque les había surgido algo y se tenían que marchar. Como la agencia no les devolvía el dinero, preferían regalarlo. Así que al día siguiente, a las ocho y media de la mañana, una furgoneta nos vino a recoger y nos fuimos de excursión improvisada. Pasamos todo el día por ahí. Primero fuimos a unas cataratas de aguas termales, luego a unas piscinas naturales y después de comer nos llevarona una pagoda que no tuvimos tiempo de ver y a hacer un trekking en elefante por la jungla. Esta fue la mejor parte. Ya habíamos montado en elefante en Chiang Rai, pero esta vez fue mucho más divertido. Normalmente vas sobre una silla, pero el guía nos dejó montarnos sobre el lomo del elefante y la verdad es que fue una experiencia preciosa. Adjuntamos un video titulado "Las coplillas del elefantero", un señor muy majo.
Dicen que "a caballo regalado no le mires el diente" pero una vez más, nos quedó claro que este tipo de excursiones son un poco decepcionantes, además de muy caras para lo que te ofrecen. Nos pasamos la mayor parte del día en la carretera y cuando llegábamos a los sitios en cuestión apenas nos daban media hora para estar y disfrutarlos. El tiempo justo para hacer la foto que acredita que "yo estuve allí".
Mujeres en las aguas termales |
Dos feos en la Blue Lagoon |
Llegamos a nuestro hotel hacia las cuatro y media de la tarde, lloviendo de nuevo. Había un gran revuelo de gente con maletas, pero no le dimos ninguna importancia. Nos duchamos para ir después al pueblo a cenar y nos pusimos un rato en internet. Jon fue a dejar una bolsa de ropa sucia para la lavandería y fue cuando el dueño del hotel le dijo que hacía dos horas se había producido un tsunami y que habían evacuado Phuket. He ahí la razón de la llegada de nuevos huéspedes.
Desconocían por el momento las consecuencias. Como tenían la televisión puesta, nos quedamos a la espera de noticias y nos aconsejaron que no fuéramos al pueblo puesto que decían que podía haber réplicas.Todo ello nos dejó bastante desconcertados y nerviosos. Intentamos buscar más información en internet, pero la conexión se cayó, así que no sabíamos muy bien qué hacer.
Cuando se acercó la hora de cenar nos dijeron que estaban haciendo una barbacoa y que estábamos invitados. Así que nosotros y una chica rusa, nos juntamos con toda la familia y nos pegamos un atracón de pescado y marisco de los que hacen época. Susana, la chica rusa, que estaba bastante nerviosa nos dijo que ella había pasado el día en Koh Phi Phi, y que de repente empezó a ver gente corriendo y a ella le decían que fuera hacia un lugar alto, pero sin explicarle qué estaba sucediendo. Estaba bastante afectada, sin embargo, gracias a esta gente nos olvidamos por un momento de lo que había sucedido y pasamos una velada de las que no se olvidan fácilmente.
A la mañana siguiente, nos informaron que afortunadamente todo había quedado en una alerta. En 2004, un terremoto de similares características, que se produjo en la misma zona, cerca de Sumatra, provocó una ola que ocasionó cientos de miles de muertos. Sucesos como éste te hacen reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la necesidad de aprovechar cada instante. Días más tarde, conocimos a Domingo, un extremeño de vacaciones y que nos contó que él estaba en la playa de Ao Nang cuando dieron el aviso de evacuación y que en apenas unos minutos la playa y el pueblo quedaron desiertos. La casualidad, el azar o quién sabe qué, hizo que nosotros estuviéramos a sesenta kilómetros de la costa y que prácticamente no nos enterásemos de nada.
Hemos pasado una semana en Ao Nang, un pueblo enclavado en la provincia de Krabi. Mientras nos aproximábamos por la carretera, comenzamos a disfrutar del paisaje, que aunque nos resultaba familiar, no por ello dejaba de ser espectacular. Es el mismo escenario, pero siempre diferente (como dicen por aqui: "same, same but different), que pudimos ver en Ninh Binh (Vietnam), en Vang Vieng (Laos) y también, pero a mayor escala, en la famosa Bahia de Halong.
Playa de Ao Nang |
El trece de abril, los tailandeses celebraron el Songkram o año nuevo tailandés. Habíamos oído hablar de esta fiesta y cuando nos contaron en qué consistía, estuvimos encantados de participar en ella. El caso es que este día, todo el mundo sale a la calle con el propósito de mojarse y mojar a todo el que pueda, en lo que se convierte en una guerra de agua sin cuartel, en la que todo vale: pistolas, cubos, mangueras y otros artilugios más elaborados. Es muy divertido y nos lo pasamos como enanos.
Playa de Railay Oeste |
Salvo la playa de Ao Nang que está más desarrollada turísticamente hablando, las de Tom Sai, Railay y Phranang Cave, además de ser una verdadera preciosidad, te dan la sensación de estar en un lugar casi virgen. Hay que tener en cuenta que sólo tienen acceso por mar. Lo mejor es ir temprano por la mañana para evitar las multitudes que van llegando de excursión.
Phranang Cave |
Barca restaurante en Phranang Cave |
4 comentarios:
Que pasa chavales!
Vaya envidia las fotos de las playitas. Por tierras astures llevamos una racha de lluvia y fresquillo, que no vemos el momento de la playa y la ropa ligera.
Simpatico el paisanín cantarín ¿eh? top ten en ventas la próxima semana.
Abrazos Efrén.
kaixo Bikote. El vídeo que habeis colgado, genial. Te hace vivir por un momento una realidad vívida y muy real del momento ese, tan sencillo, en el cual el conductor de elefantes entona sus coplillas, tan incomprensibles para nosotros, pero tan cercanas en lo humano.
Ya le oigo a Silvia, entre risitas y en su buen inglés (yo soy de francés), que le dice algo así como que "tu cantas muy bien" (no sé si lo he entendido correctamente.
Lo de la alerta de Tsunami, afortunadamente, se quedó en eso, solamente en alerta, pues todos tenemos en le mente todavía muy cercana la tremenda catástrofe del 2.004, que costó 250.000 vidas humanas.
Tal y como dice Efrén, por aquí llevamos casi un mes de "invierno tardío". Este año solo ha hecho invierno en febrero, y en marzo las temperaturas y la sequía eran más propias de junio que de invierno.
Aprovechad lo que os queda de estancia en Thailandia, que pronto os veremos en Indonesia.
Ondo segi, eta ondo pasa. Un abrazo.
Xabi Mendizabal.
Bien por haber ido a Railay!!!! Un saludo a los dos gente!
Fernando el argentino de Mae Hong Son
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