sábado, 5 de mayo de 2012

Koh Phi Phi y Phuket

Hace seis días llegamos a Bali (Indonesia) tras tres horas y media de viaje desde Phuket (Tailandia). Como ya ha pasado algún tiempo desde que dejamos la provincia de Krabi, habrá que echar la vista atrás y ver qué es lo que ha quedado en el recuerdo de los últimos diez días que pasamos en Tailandia. 

Llegamos a Koh Phi Phi tras un agradable viaje en barco de hora y media desde Ao Nang. De camino volvimos a admirar la bonita playa de Railay y la curiosa Chicken island. Al desembarcar, pagamos viente bath cada uno de tasa de limpieza y mantenimiento de la isla que forma parte de un parque natural. El muelle era un hervidero de actividad: pasajeros, mercancías, taxistas (de botes),cazadores de comisiones (te ofrecen tours, alojamiento...)Nada parecía presagiar que se tratase de un lugar muy tranquilo. En medio de todo ese barullo decidimos que uno se quedaría con las mochilas esperando, mientras el otro intentaba localizar el hotel. Habíamos leído que en Phi Phi, el alojamiento barato es una porquería y hasta el que pagas más de lo que estamos acostumbrados no te garantiza unos mínimos. Así que decidimos contratarlo antes de nuestra llegada a través de internet, basándonos en los comentarios que suelen hacer los huéspedes. En este lugar, hemos pagado la habitación con diferencia más cara de todo lo que llevamos de viaje, 28€, una fortuna, y tampoco era nada del otro mundo.


Casi todos los días llovía un poco, pero un día llovió un poco más...

Phi Phi Don es una pequeña isla, pero aún lo es más la superficie apta para construir. Se trata de una estrecha franja de tierra entre dos bahías, la de Tom Sai, que es a la que llegan todos los barcos y la de Lo Dalam. Hay otras zonas de la isla con algún resort, mucho menos masificadas que ésta, para quien quiera permanecer fuera del mundanal ruido, y a las que sólo se puede acceder en barco. El resto es pura selva.
En Phi Phi no hay carreteras, tan sólo unas cuantas callejuelas peatonales por las que circulan  carros tirados por personas que transportan todo tipo de mercancías. Los isleños se mueven en bicicleta, intentando esquivar a la marabunta de turistas que deambula por las calles y también vimos un par de motos. Al principio parece complicado orientarse en esa especie de laberinto de calles llenas de tiendas, hoteles, pubs, restaurantes...pero cuando llevas un par de días te das cuentas de que no hay demasiadas opciones para llegar a cualquier sitio.

Bahía de Tom Sai

Tampoco es que haya demasiadas cosas que hacer aqui además de disfrutar del mar y la playa, hacer una excursión a Phi Phi Leh, subir a un mirador y salir de fiesta por la noche. No está mal ¿verdad?. Cumplimos todo el lote, salvo la última parte. Para nosotros trasnochar se ha convertido en volver a la habitación a las once de la noche.

Si alguien va a Phi Phi, no debería dejar de subir al mirador número dos. Para llegar sudamos la gota gorda pero el esfuerzo se vio recompensado con las increíbles vistas que ofrece de las dos babías, una con sus aguas azul turquesa y la otra verde esmeralda. Allí nos quedamos como una hora, sentados encima de una roca observando el panorama.




Para ir a Phi Phi Leh, la isla donde se encuentra la famosa Maya Bay, protagonista junto a Leonardo Di Caprio de la película "The beach" teníamos dos posibilidades. La primera, alquilar por nuestra cuenta una barca de popa larga y pagar 1300bath para que nos llevase temprano antes de que empezasen las excursiones organizadas.Y la segunda, pagar 250 bath y hacerlo con una agencia. Lo cierto es que no hubo demasiado debate. El ministerio de economía decidió que había que hacer algún recorte dado el elevado coste del alojamiento, porque el presupuesto no podía soportar tanto dispendio y corríamos peligro de ser expulsados del "viaje sin prisas". Así que decidimos hacerlo con una agencia y por la tarde, que costaba 50bath menos que por la mañana.

Phi Phi Leh

En la excursión íbamos unas veintico personas. Primero nos llevaron a una playita llena de monos en la que hicimos una corta parada y en cinco minutos los mosquitos le hicieron a Silvia una ráfaga de picotazos en el brazo. Si algo estamos ejercitando en este viaje es nuestra capacidad de autocontrol para no rascarnos las picaduras y terminar haciéndonos heridas. A pesar de usar productos para intentar evitarlas, se pueden contar por cientos (afortunadamente sin otras consecuencias para la salud) las que nos ha hecho este desagradable animalito que gusta de vivir en los entornos más paradísiacos.

Bahía de Loh Sama

De la playa de los monos, y atravesando un mar bastante furibundo, nos llevaron a la bahía de Loh Sama, ya en Phi Phi Leh. Aquí paramos y estuvimos haciendo buceo de superficie un buen rato. Fue divertido nadar entre un montón de peces de colores en unas aguas en las que la visibilidad era casi infinita. El siguiente lugar a visitar fue Maya Bay. Como las condiciones del mar eran malas, el barquero decidió que no se podía entrar allí. Nos indicó un camino a traves de unas cuevas entre rocas que iban a parar a una escalera, que comunicaba con un sendero bien marcado hasta la otra bahía. Al llegar nos encontramos ante una perfecta ensenada con aguas de diferentes tonos verdes y azules, rodeada de enormes acantilados cubiertos de vegetación. Una pena que tuviésemos tan poco tiempo para disfrutarla. Un rato después iniciamos travesía hacia Phi Phi Don y al llegar a un punto en que las olas golpeaban con fuerza la embarcación en la que estábamos, el barquero comentó que ese era el lugar en el que paraban normalmente para ver el atardecer. Preguntó si queríamos quedarnos a esperar o volver a la isla. Diríamos que por unanimidad, las veintantas personas que allí nos encontrábamos le dijimos que volviera, ya que no estaba la cosa como para quedarse hora y media a merced de las olas.

Maya Bay



Bueno, sólo resta hablar del ambiente nocturno de Phi Phi. Pero claro, es algo de lo que poco podemos decir, salvo que la fiesta dura hasta altas horas de la madrugada.

Lo que sí vimos, acompañados de unas cervecitas, fueron los espectáculos con fuego que preparan los diferentes bares que hay en la playa y que son una chulada.




Una de las cosas que más nos ha sorprendido de la isla ha sido su ambiente mochilero y desenfadado. Seguramente por desconocimiento, nos esperábamos un lugar mucho más pijo. Después de todo, los precios se multiplican por dos o por tres si los comparas con otras partes de Tailandia. Sin embargo estaba llena de gente muy joven y con muchas ganas de juerga.

De Phi Phi decidimos ir a Phuket y que éste fuera nuestro último destino en Tailandia. Todo lo que habíamos escuchado de esta isla, que es la más grande del país, no era demasiado positivo, sin embargo nos llevamos una grata sorpresa. Como es un lugar muy turístico, (tiene el aeropuerto con mayor tráfico después del de Bangkok), decidimos alojarnos lejos de las playas, así que buscamos un alojamiento en Phuket Town que es bastante más barato. El hotel, que por cierto tenía aspecto de sanatorio de película de terror, se encontraba a unos diez minutos del casco antiguo, que es digno de visitar. Creo que podríamos describir esta ciudad diciendo que tiene un sabor añejo: las antiguas farmacias, tiendas de ultramarinos, con ese olor a viejo tan característico. Los bares con sus mesas de marmol, sillas de forja y ventiladores en el techo. Las casas de colores de estilo chino portugués. Hay muchas galerías de arte y librerías. Y por si ésto fuera poco, la comida es exquisita y baratísima. Una auténtica delicia.




Desde el mercado partían los autobuses, unos pequeños camiones con dos bancos corridos, hacia todas las playas. Es un transporte bastante lento ya que va buscando pasajeros por el camino y lo puedes parar en cualquier momento, pero como no teníamos prisa, lo cogimos para hacer todas las excursiones por la isla. Una de las veces nos mosqueamos porque el conductor llevaba una bombona bastante grande y se metió con el autobús lleno de pasajeros en una fábrica de gas, haciendo esperar a la gente más de tres cuartos de hora hasta que se la llenaron. Eso sí, allí los únicos sorprendidos de que algo así pudiera suceder, éramos nosotros. El resto del pasaje estaba de lo más tranquilo.



En cuanto a las playas de Phuket, hay un poco de todo y para todos los públicos. Siempre partiendo de la base de que son lugares muy desarrollados turísticamente hablando. A nosotros las que menos nos gustaron fueron Patong y Kata. Sinceramente nos parecieron un horror, sobre todo la primera. Sin embargo no se puede negar que tienen un público totalmente entregado, que busca la comodidad de la tumbona en la que tostarse hasta enrojecer , todos los servicios que te puedas imaginar con solo levantar un dedo y un millón de restaurantes, bares, hoteles, tiendas y fiesta, fiesta y  más fiesta...No tendríamos nada que objetar si al menos entre tanto cemento hubieran intentado preservar un poco un entorno, que sin duda antes de toda esta monstruosidad urbanística, sería privilegiado. Pero no todo es como ésto, también hay otras playas realmente muy bonitas como las de Nai Harn, Rawai o Kamala.

Nai Harn


Bahía de Raway


Kamala

Nos hemos ido con pena de Tailandia. Aquí hemos pasado más de dos meses  y ya nos sentíamos un poco parte de este país que lo tiene todo:  Desde montañas de más de 2.000 metros y multitud de parques naturales de una exuberancia brutal en el norte, hasta una trepidante capital, Bangkok, que, pese a ser una gran ciudad también nos ha cautivado. En el centro, Ayyuthaya y sus ruinas, la aletargada Kanchanaburi y su famoso puente sobre el río Kwai. La recóndita y tranquila Sangklaburi. Y qué decir del sur, con sus paradisíacas islas en el Golfo de Tailandia y en el Mar de Andamán, la fabulosa provincia de Krabi y Phuket Town.

Respecto a los tailandeses nosotros no podemos más que decir que han resultado ser, en general, una gente encantadora y que siempre que nos hemos visto en alguna difilcutad, nos han ofrecido su ayuda, incluso sin tener que pedirla. Como en todo, hay excepciones que casi siempre han venido de la mano de agentes y representantes de compañías de transporte y agencias de viaje, que intentan venderte por todos los medios,  de manera muy agresiva, sus tours o sus vehículos de enlace. Hay veces que teníamos la sensación de ser un poco como el ganado. Te colocaban una pegatina y "¡ala!, tú para aqui y el otro para allá!" No significas para ellos más que dinero. Las veces que nos hemos salido del redil, sólo hemos encontrado malas caras e intentos de ridiculizarnos delante de otros viajeros. Pero no hay que dejarse amedrentar cuando te dicen que te vas a quedar colgado, porque casi siempre encuentras cómo llegar a cualquier lugar utilizando el transporte local.

 Nosotros hemos encontrado en un lugar de Tailandia nuestro rincón soñado. Nos hemos ido, pero amenazamos con volver.

1 comentario:

Nu dijo...

Hola Silvia
Tengo una duda, acabo de encontrar vuestro blog y he de confesar q solo he leído este post, igual cuando siga leyendo se me resuelve sola...
La cuestión es: dices en el post q estuvisteis casi 2 meses en Tailandia, como conseguiste la extensión del visado? Estoy en Tailandia ahora mismo y en principio nos planteamos también visitar Laos y Camboya pero estamos tan encantados aquí q queremos estar mas tiempo antes de cambiar de país y el único problema q nos encontramos es q el visado es solo de 30 dias y en las agencias locales cuando preguntamos como prorrogarlo nos mandan salir del país