Esta entrada comienza en
el aeropuerto de Bali. Coger el vuelo más barato implica muchas
veces salidas muy tempranas por la mañana, así que de nuevo
decidimos pasar la noche en el aeropuerto. Pero esta vez ni siquiera
había donde sentarse, por lo que tocó aposentar nuestro trasero en
el suelo y esperar a que la noche pasase cuanto antes. Sin embargo,
se nos hizo eterna. Dos horas antes del embarque pasamos por el
control de seguridad y por inmigración. ¡Sorpresa! Tuvimos que
pagar veinte dólares cada uno en concepto de alguna tasa, que no
llegamos a saber muy bien de qué se trataba. Con la mente demasiado
espesa y una funcionaria bastante borde, lo único que nos quedó por
hacer fue pagar. Menos mal que tenemos algunos dólares reservados
para eventualidades como ésta.
En poco más de tres
horas estábamos en el aeropuerto de Kuala Lumpur. Desde el aire,
poco antes de aterrizar lo único que se veía eran vastas
extensiones de cultivo de palma de aceite salpicadas de pequeñas
poblaciones.
Ya estamos en Malasia. El
visado es de tres meses y no tuvimos que pagar por él ni un sólo
ringgit, que, por cierto, es la moneda oficial del país. Caminando
unos metros por el aeropuerto nos encontramos la Oficina de Turismo,
donde nos dieron un par de buenos mapas y nos explicaron qué autobús
nos llevaba hasta la ciudad, situada a setenta y cinco kilómetros.
En una hora estábamos en KL Sentral, una estación gigante de la que
parten trenes y autobuses a cualquier punto de la ciudad. Cogimos un
tren que nos llevó a Chinatown, que es donde están la mayor parte
de hoteles económicos. Y en menos de nada, ya estábamos instalados. Hay que decir que el alojamiento, comparando calidad y precio, es peor que en otros lugares que hemos visitado.
Nos lanzamos a explorar
la capital de Malasia que ha sabido mantener un buen
equilibrio entre lo antiguo y lo moderno. Ésto se refleja en la
arquitectura de sus edificios y hace que sea una ciudad muy
fotogénica. Aunque, dicho sea de paso, hay obras de construcción por todas partes.
Visitamos las Torres
Petronas, que entre 1998 y 2003 fueron el edificio más alto del
mundo y que reciben su nombre de la Compañía de Petróleo y Gas de
Malasia. Nuestra intención era ver el atardecer, pero una repentina
tormenta nos chafó los planes, aunque nos ofreció un espectáculo
de rayos cayendo sobre la ciudad.
KL es muy
cómoda y sencilla de visitar. El viajero comprobará que sus
habitantes son gente tremendamente amigable y siempre dispuesta a
ayudar. Todas las atracciones turísticas son accesibles en
transporte público, muy barato, cómodo y rápido. Nos llamó la
atención, que en los trenes hay vagones únicamente para mujeres.
Así que en la semana que
pasamos aquí, dimos una vuelta por la Plaza Merdeka o Plaza de la
Independencia. Paseamos por varios parques, como el Jardín Botánico
de Perdana o el parque que rodea al Lago Titiwangsa. En este lugar,
el skyline de Kuala Lumpur se ve reflejado en su superficie. Además
ese día había un concurso de pesca y los locales que participaban
en él eran bastante cachondos y alguna que otra risa echamos.
Nos acercamos a Little
India, llena de tiendas de saris y música de Bollywood a todo
volumen. Vimos el antiguo Palacio Real, Istana Negara, aunque no nos
pareció que valía mucho la pena. Nos fuimos de compras al distrito
de Bukit Bintang, donde había tantos centros comerciales y tan
grandes como no habíamos visto hasta el momento. En uno de ellos,
dedicado únicamente a tecnología, pudimos observar la fiebre
consumista en su máxima expresión. Literalmente no se podía ni
caminar.
En Chow Kit vimos la otra
cara de KL: calles
llenas de basura, edificios a punto de caer y mucha gente tirada en
la calle.
Como estábamos alojados
en Chinatown, por las noches solíamos dar una vuelta por
Petaling Street, llena de restaurantes en los cuales locales y
turistas disfrutan por igual la comida. El Mercado Central, situado
por esta zona, se convirtió en una referencia gastronómica para
nosotros. Y seamos sinceros, un menú completo en el
McDonald's por euro y medio, nos sacó de la monotonía de los
noodles y del arroz.
Y así se han pasado los
días en Kuala Lumpur, una ciudad moderna y en la que todo es fácil.
Aquí viven en armonía, asiáticos de muy diversos países, tales
como China, Pakistan, India etc...y también occidentales. Cada cual con su
religión y su cultura, lo que hace que la visita sea muy
enriquecedora. Definitivamente KL nos ha gustado.
5 comentarios:
Menudos contrates en ese país. Las Petronas por un lado, y las calles llenas de basura por el otro. Como en Venecia cuando estuvimos nosotros: lo más visitado, implacable, y los barrios del extrarradio, con las fachadas desconchadas.
Por cierto, ya os habreis enterado: Inyección (hablando en plata, RESCATE) de unos 100.000 millones de euros para la banca de España. Bonito panorama negro el que se prepara.
En fin, seguid disfrutando lo que podais. No sabeis la envidia que me dais. Un abrazo.
Xabi Mendizabal.
Pero bueno...¿Nadie se anima a escribir aquí?. Un libro abierto, donde estan colgadas un montón de fotos y vivencias. Una pareja viajera, que nos cuenta con todo lujo de detalles lo que es el cogerse una mochila y echarse el mundo a las espaldas. Un blog que se va haciendo grande, muy grande. Y bello, y exótico, y vivencial y...Escribid, sacar lo que llevais dentro. Leer está bien, pero igual de bien o mejor es para mí el plasmar en la escritura lo que bulle en mi cerebro. Venga, animaros, quitar las telarañas de las teclas del ordenata y darles un alegrón a esta pareja tan valiente, que por su cuenta y riesgo estan dándonos a conocer lo que se cuece allende nuestro mundo "conocido". Si el viaje fuera estar preñado, a estas alturas ya estarían a punto de parir (el día 15, si no me equivoco llevan ya nueve meses fuera de aquí). Vamos, pareja, que estais a punto de "parir" viencias y aventurillas varias. Cuando volvais, la "criatura" viajera ya tendrá tres meses, y vendrá con la guía del "trotamundos"debajo del brazo. Buena "parida" y buena suerte, que pronto nos vemos (cuento con ello), y además, en una buena mesa y con una cenita llena de charlas ricas en aventuras (en vuestra casa, en la nuestra o en cualquier lugar), da lo mismo. Eso sí, sin comer "bicharracos" raros. Ondo segi. Hurrengo arte.
Xabi Mendizabal.
Lo de BICHARRACO va por Jon (Silvia, por hoy te libras).
Muchas veces uno piensa que cuando elige un vuelo barato va a tener un mal horario y no siempre es así. Por lo menos no fue mi caso. El hecho de que sea bajo costo tiene que ver con otras cosas en las que la aerolínea logra sacar algunos lujos que mucho no important cuando los vuelos son cortos y con eso ya logra hacer la diferenciañ Por experiencia propia, todas las veces que compré pasajes baratos pude siempre elegir horario... Por ahí depende de la aerolínea!
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