Nuestra última noche en
Tailandia la pasamos en el aeropuerto de Phuket. Teníamos el vuelo a
las seis y media de la mañana y como hay que estar dos horas antes
de la salida, no nos merecía la pena pagar una noche de hotel. Así
que nos convertimos en esa bonita estampa que de vez en cuando
aparece en la televisión cuando emiten imágenes de aeropuerto:
viajeros medios dormidos encima de sus mochilas. Sólo que nosotros
no pegamos ojo. Lo mejor es que en tres horas y media estábamos en
Bali.
Desde que comenzamos el
viaje es la primera vez que no hemos planeado nada de lo que vamos a
hacer en este país. En el resto, si bien tomábamos decisiones sobre
la marcha, también es verdad que sabíamos más o menos qué lugares
visitar. Indonesia hasta el momento está siendo pura improvisación.
Incluso la entrada en el país nos inquietaba un poco ya que en la
página oficial del Gobierno de Indonesia aparece como uno de los
requisitos para que ten el visado, tener el vuelo de salida del país.
Nosotros decidimos no comprarlo y arriesgarnos a lo que pudiera
suceder a nuestra llegada. Sabíamos por otros viajeros que a ellos
tampoco se lo habían pedido, pero como en este país todo es un
poco arbitrario...Finalmente no tuvimos ningún problema, pagamos los
veinticinco dólares de rigor y ya teníamos un sello más para la colección.
Al menos teníamos claro
que el primer lugar al que iríamos sería Sanur. El siguiente paso
fue sacar un par de millones de rupias indonesias (aunque parezca mucho, son ciento setenta euros) y coger un taxi de
los que tienen tarifa fija (nos costó ocho euros). Desde el coche
tuvimos el primer contacto con la isla: mucho tráfico, carreteras
estrechas y carteles escritos con idéntica grafía a la nuestra.
Más adelante descubriríamos que fonéticamente también es muy
parecido al castellano, lo que facilita mucho las cosas.
En Sanur nos costó
encontrar alojamiento económico. De hecho, no lo encontramos. Tras
mucho mirar en la zona en la que nos dejó el taxista, (no sabíamos
muy bien dónde estábamos), nos quedamos en un homestay (piscina y
desayuno incluído) de estilo balinés.
Sanur tiene una bonita
playa, con un arrecife a unos cuantos metros de la costa donde rompen
las olas. Paralelo a la playa discurre un paseo salpicado de hoteles
con mucho encanto y restaurantes. Este pueblo no está mal pero
salimos un poco desencantados. Caminando hasta el pueblo nos metimos
en un warung, que es una especie de pequeño restaurante familiar y
tuvimos uno de esos momentos tan especiales, conversando con la
dueña del mismo, un ejemplo de la afabilidad del pueblo balinés.
En Sanur decidimos varias
cosas. La primera fue que nuestro siguiente destino sería Ubud,
situado en el interior .Y la segunda, que después abandonaríamos
Bali, para hacer una escapada a la isla de Lombok. También
estuvimos pensando la posibilidad de intentar extender el visado
otros treinta días más, ya que haciendo planes, de repente
empezamos a sentir que el tiempo se nos iba a quedar corto. Pero
finalmente decidimos dejar el tema en el aire hasta nuestro regreso a
Bali.
Interior de una bemo |
Para ir a Ubud, primero
cogimos un “bemo”, transporte totalmente nuevo para nosotros.
Se trata de una pequeña furgoneta, normalmente bastante
destartalada, que suele ir petadísima (hemos llegado a ver a tres
personas montadas en el techo) y en la que el precio, cómo no, está sujeto a
negociación. También cogimos un autobús de una famosa compañía
privada que opera en Indonesia y en una hora estábamos en la
llamada capital cultural de la isla.
Ofrendas |
Calles de Ubud |
Fue en Ubud donde
sentimos por primera vez que estábamos en Bali o al menos en la idea
que nosotros teníamos de la isla. La ciudad está rodeada de
refrescantes arrozales, hay templos y galerías de arte por doquier y
huele a incienso y al aroma de las flores de frangipani. Muchos de
sus habitantes visten el elegante traje tradicional balinés. Las
aceras están llenas de pequeñas ofrendas y las casas mantienen un
estilo arquitectónico particular que no habíamos visto en ningún
otro lugar. Armonía y elegancia serían las dos palabras para
definirla.
Recogiendo el grano. |
Nuestro alojamiento era
muy sencillo pero tan típico que nos sentimos como si formáramos
parte de este lugar. La familia que lo regentaba se moría porque
hiciéramos algún tour con ellos desde el primer día que llegamos,
cosa que evidentemente no hicimos. Por nuestra cuenta dimos un paseo por los arrozales. Visitamos el Monkey Temple. También fuimos caminando hasta Goa
Gajah donde probamos el agua que da suerte y comprobamos que desde
luego aquí nadie piensa en los peatones, ya que las aceras brillan
por su ausencia y cuando las hay, tienes que tener más cuidado que
si vas por la carretera, porque están llenas de socavones. Desde Goa
Gajah cogimos un bemo hasta el Yeh Pulu y cuando llegamos ,el
conductor nos dijo que luego tendríamos que volver caminando porque
las bemos no se acercaban por allí. Así que ¿piernas para qué os
quiero? Y así, entre caminatas, gastronomía y un poco de shopping
se pasaron cuatro noches.
Goa Gajah |
Monkey Forest |
De Ubud nos fuimos a
Padangbai, lugar de donde salen los ferrys del gobierno para Lombok.
Sólo pasamos una noche en este pequeño pueblo, pero la verdad no
nos quedó muy buen sabor de boca por culpa del acoso de los de las
agencias que no nos dejaban en paz cada vez que salíamos a la calle.
Nos recordó un poco a la India. Además la mañana que teníamos que
coger el ferry para Lombok, se suponía que nos tenían que venír a
recoger para llevarnos al muelle. Cuando apenas quedaban diez minutos
para la salida del barco, aparecieron los de la agencia en moto y nos
dijeron que les siguiéramos. Así se pudo ver en Padangbai a un par
de mochileros corriendo tras una moto a la que a los tres segundos,
como no podía ser de otra manera, perdieron de vista. Menos mal que
el muelle estaba cerca...
Padangbai |
2 comentarios:
La improvisación muchas veces sale mejor que los planes mil y una veces preparados.
¡Dos millones de rupias Balinesas! Menuda fortuna, aunque 170 euros aquí dan para bien poco, aunque me imagino que allí daran bastante más de sí.
Veo que allí por donde pisais el regateo es el pan nuestro de cada día. Vais a venir tan acostumbrados a regatear, que cuando vayais a vuestro barrio a comprar el pan os veo discutiendo el precio con el panadero de turno. Lo que más me llama la atención es que país en el que entrais, canon de entrada al canto. A ver si vamos aprendiendo por aquí, y dejamos de hacer el primo. Cada vez que pasais una frontera, tocateja y tentetieso. Si al menos ese dinero revirtiera en el pueblo, vale; pero a saber en qué bolsillos acaba. Vamos, que como sigais así, la mitad del presupuesto de vuestro viaje se os va a ir en visados. Lo de dormir apoyados en las mochilas es la típica estampa del viajero que improvisa, del que vive la salsilla de la incertidumbre, uno de los buenos ingredientes de este tipo de viajes, donde uno es su propio guía y sus pasos los marca su propio destino aventurero. Para mí, sin duda alguna, la mejor manera de viajar.
Son ya ¡Ocho meses! desde aquel lejano septiembre en el que un avión remontaba el vuelo hacia vuestro sueño, hacia vuestra libertad, hacia la plenitud del que porta lo que necesita en su mochila y es capaz de vivir mucho tiempo solo con ella y su preciosa carga. Cuando esteis de nuevo aquí, seguro que la mayoría de cosas que teneis en casa os parecerá que son precindibles. Un viaje de semejante magnitud es el mejor maestro de humildad, y la mejor cura para el que se cree el centro del "mundo civilizado". Me consta que vosotros no vivís en esas creencias, simplemente buscais vuestro destino y darle un sentido a esta complicada vida que nos ha tocado vivir. Disfrutad de Bali, de Indonesia y de todos esos miles de kilómetros que jalonan vuestra odisea personal.
Besarkada aundi bat biontzat.
Xabi Mendizabal.
Es cierto que se nota que hay una crisis en Europa porque no hay tantos turistas de la región por todos lados como había antes. Ahora es el tiempo de Sudamérica. Mucha gente viaja, los pasajes a Europa están cada vez más baratos, y además se pueden pagar en la moneda local, lo que ayudó mucho a ciertos países como Argentina. Es el tiempo de ver a los latinos en Europa!
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